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Una de las características fundamentales de las y los habitantes de la nación Uru Chipaya es la enraizada identidad cultural que poseen, no solo en su tradicional vestimenta, que es lucida íntegra en actividades de gran importancia para ellas y ellos, sino también en las prácticas propias que plasmaron en el Estatuto Autonómico, como la visión de esta nación indígena.
“Nuestra identidad ancestral milenaria fortalecida, de acuerdo a nuestra cosmovisión, autogobierno como ejercicio de la libre determinación, con el ideal de su reconstitución territorial implementa su propio modelo de desarrollo comunitario sostenible en lo económico, social, cultural y político dentro del Estado Plurinacional, para el logro del suma qams - Vivir Bien”, expresan en el artículo 6 de su norma básica referida a la visión de la autonomía indígena de Uru Chipaya.
En cada uno de los nueve títulos que integran el Estatuto han procurado la recuperación de sus prácticas tradicionales en las diferentes dimensiones y acciones de la vida diaria, como el reconocimiento del idioma uru chipaya como oficial del gobierno autónomo o como la kiwuna (asta y su bandera), reconocida como esencia de vida que representa las diferentes épocas del tiempo: “El negro identifica la descendencia milenaria de los Chullpas que vivieron desde la oscuridad, el celeste la época del agua y el firmamento, el café representa la época de la vida y la fauna, y el blanco representa la época de la Wirjin mä (Madre Tierra), de la relación del ser humano con la naturaleza y su cosmovisión para el suma qams”, expresan en el artículo 10.
Mientras que como principios y valores reconocen, además de los establecidos en la Constitución Política del Estado, al Lukuthiñi (marido y mujer), la wayllicha (vivienda ancestral) y el tsjijwi (repartición equitativa).
“El idioma se ha mantenido por los abuelos y en la escuela también. En la escuela el uniforme es este: el aksu y la kawa. El aksu es lo que la mama t’alla usa. Café, negro, blanco puede ser. Nosotros hacemos: hilamos, torcemos, todo hacemos”, explica la comunaria del ayllu Aranzaya, Sebastiana Mollo.
En comparación con los Uru Muratos, que habitan en el lago Poopó (Oruro) y los Uru Iruhitu, que se encuentran en el municipio Jesús de Machaca (La Paz), los Uru Chipaya han conservado su cultura, lengua y vestimenta transmitida a través de sus generaciones.
“Nosotros nos diferenciamos por la vestimenta y por nuestro idioma, porque ellos (Uru Muratos y Uru Iruhito) no hablan nuestro idioma, [o lo hacen] muy poco. La vestimenta también es diferente, la nuestra está tejida por nosotros”, explica la mama t’alla Verónica Condori.
“En el departamento de Oruro los Uru Chipaya somos una cultura diferente y estamos apuntando para ser una autonomía indígena”, explica Santiago López, comunario del ayllu Wistrullani.
Sobre el ejercicio de los derechos, el Estatuto no solo reconoce los que establece la Constitución Política del Estado, sino que estos son ejercidos a través de prácticas tradicionales que ellos implementaron, como en el caso de las personas de la tercera edad a quienes reconocen como depositarias de saberes y conocimientos, y les asignan el derecho a ser cuidados y alimentados por la comunidad, a contar con una parte de tierra cultivable, a estar exentos de participar en los trabajos comunales o a transferir su contribución comunitaria a sus herederas o herederos, según sus normas y procedimientos propios. En el caso de la niñez y adolescencia, a recibir una educación en el idioma Uru Chipaya.
El Jilakata del ayllu Manazaya, Ezequiel Condori, en el siguiente video también explica esta situación en cuanto al uso del idioma que es heredado de generación en generación de forma oral:
Mientras que entre los deberes, y también en el marco de sus prácticas tradicionales, los habitantes de Chipaya están obligados a solicitar su ingreso a la comunidad apenas conformen sus familias y a ejercer como autoridades originarias en sus ayllus.
La justicia, la participación y el control social son ejercidos en diferentes instancias
Para la administración de la justicia, el Estatuto de la nación Uru Chipaya establece tres instancias como las responsables de la administración: una primera, ejercida en la comunidad por las mujeres y hombres, sabias y sabios, que se reúnen para solucionar el problema; una segunda instancia, ejercida en el ayllu y dirigido por los Rëph rët’alla (autoridades originarias) mayor y segunda; y una tercera, ejercida en todo el territorio de la nación indígena a través del Chawkh Parla, dirigida por el Qhastan Yoqztan qamñi zoñi como última instancia de participación.
Ezequiel Condori, jilakata del ayllu Manazaya, explica que la justicia se ha mantenido de la misma forma en la que la ejercían sus abuelas y abuelos. “Estamos manteniendo lo de nuestros ancestros y creemos que con la autonomía se va a reforzar. El jilakata es quien administra la justicia”, menciona Condori.
“Antiguamente los abuelos arreglaban de esa forma. Pero cuando hay una violación, por ejemplo, siempre el asunto lo despachamos a Oruro. En el caso de las peleas entre familias, se tiene la reconciliación, se busca que hablen quienes han peleado y nosotros hacemos un acta de sanción”, precisa Condori.
En el siguiente video, la mama t'alla Verónica Condori menciona cómo es la forma de administración de la justicia en los ayllus, instancia donde le ha correspondido ejercerla:
El jilakata explica que también existe una gradación para establecer una sanción por un determinado delito. “Si ha sido una pelea leve o grave, según eso cobramos una sanción. Después, si vuelven a pelear, el sujeto tiene que pagar por lo menos mil o dos mil bolivianos al afectado; pero se arregla el conflicto”.
La mama t'alla del ayllu Manazaya, Verónica Condori, en el siguiente video también explica las diferencias entre la nación Uru Chipaya y las naciones de urus muratos e iruhito.:
Para el caso de la participación y control social, el Estatuto también establece diferentes instancias para el ejercicio de este derecho: el primero conformado por las autoridades originarias que ejercen esta función a través del sistema creencias y prácticas religiosas; y un segundo nivel conformad por el Rëph rët’alla mayor y el Qhastan Yoqztan qamñi zoñi, de quienes su participación e intervención se realiza en el nivel de gestión pública del gobierno indígena.
La economía comunitaria, base de la organización económica en Chipaya
Sobre la organización económica productiva, la norma básica autonómica reconoce la adopción de la economía comunitaria que se ejerce a través de los turkis (trueque), phayna (trabajo comunal), muyacha (pastizal protegido) y el ayni.
Esta economía comunitaria busca complementar el interés individual con el colectivo, promover políticas de desarrollo agropecuario que incrementen el autoconsumo y promover la proyección del conocimiento de ingeniería hidráulica de la nación indígena, entre otros.
Sebastiana Mollo, comunaria del ayllu Aranzaya, explica que la producción agrícola en la nación indígena es solo para el consumo de los mismos pobladores. “Los terrenos son chiquititos y sembramos poquito. Mayormente sembramos quinua y cañahua”, grafica.
El Qhastan Yoqztan qamñi zoñi mä eph, Paulino Condori, también explica esta situación y la forma en la que se coordina en el ayllu para aprovechar este espacio territorial:
Para realizar los cultivos, los Uru Chipaya han desarrollado la técnica del lameo, consistente en el lavado y desalinización del terreno que será destinado a la agricultura.
“Para nosotros el agua es esencial, porque la manejamos para nuestros sembradíos. Nosotros no sembramos con guano, sino hacemos lamear. Desviamos el agua a otro lado y esta otra parte hacemos secar. Ahí sembramos y cosechamos. Luego esa agua cambiamos a otro lado y preparamos para el otro año, de esa forma manejamos el agua”, explica Santiago López, del ayllu Wistrullani.
“Nuestra identidad ancestral milenaria fortalecida, de acuerdo a nuestra cosmovisión, autogobierno como ejercicio de la libre determinación, con el ideal de su reconstitución territorial implementa su propio modelo de desarrollo comunitario sostenible en lo económico, social, cultural y político dentro del Estado Plurinacional, para el logro del suma qams - Vivir Bien”, expresan en el artículo 6 de su norma básica referida a la visión de la autonomía indígena de Uru Chipaya.
En cada uno de los nueve títulos que integran el Estatuto han procurado la recuperación de sus prácticas tradicionales en las diferentes dimensiones y acciones de la vida diaria, como el reconocimiento del idioma uru chipaya como oficial del gobierno autónomo o como la kiwuna (asta y su bandera), reconocida como esencia de vida que representa las diferentes épocas del tiempo: “El negro identifica la descendencia milenaria de los Chullpas que vivieron desde la oscuridad, el celeste la época del agua y el firmamento, el café representa la época de la vida y la fauna, y el blanco representa la época de la Wirjin mä (Madre Tierra), de la relación del ser humano con la naturaleza y su cosmovisión para el suma qams”, expresan en el artículo 10.
Mientras que como principios y valores reconocen, además de los establecidos en la Constitución Política del Estado, al Lukuthiñi (marido y mujer), la wayllicha (vivienda ancestral) y el tsjijwi (repartición equitativa).
“El idioma se ha mantenido por los abuelos y en la escuela también. En la escuela el uniforme es este: el aksu y la kawa. El aksu es lo que la mama t’alla usa. Café, negro, blanco puede ser. Nosotros hacemos: hilamos, torcemos, todo hacemos”, explica la comunaria del ayllu Aranzaya, Sebastiana Mollo.
En comparación con los Uru Muratos, que habitan en el lago Poopó (Oruro) y los Uru Iruhitu, que se encuentran en el municipio Jesús de Machaca (La Paz), los Uru Chipaya han conservado su cultura, lengua y vestimenta transmitida a través de sus generaciones.
“Nosotros nos diferenciamos por la vestimenta y por nuestro idioma, porque ellos (Uru Muratos y Uru Iruhito) no hablan nuestro idioma, [o lo hacen] muy poco. La vestimenta también es diferente, la nuestra está tejida por nosotros”, explica la mama t’alla Verónica Condori.
“En el departamento de Oruro los Uru Chipaya somos una cultura diferente y estamos apuntando para ser una autonomía indígena”, explica Santiago López, comunario del ayllu Wistrullani.
Sobre el ejercicio de los derechos, el Estatuto no solo reconoce los que establece la Constitución Política del Estado, sino que estos son ejercidos a través de prácticas tradicionales que ellos implementaron, como en el caso de las personas de la tercera edad a quienes reconocen como depositarias de saberes y conocimientos, y les asignan el derecho a ser cuidados y alimentados por la comunidad, a contar con una parte de tierra cultivable, a estar exentos de participar en los trabajos comunales o a transferir su contribución comunitaria a sus herederas o herederos, según sus normas y procedimientos propios. En el caso de la niñez y adolescencia, a recibir una educación en el idioma Uru Chipaya.
El Jilakata del ayllu Manazaya, Ezequiel Condori, en el siguiente video también explica esta situación en cuanto al uso del idioma que es heredado de generación en generación de forma oral:
Mientras que entre los deberes, y también en el marco de sus prácticas tradicionales, los habitantes de Chipaya están obligados a solicitar su ingreso a la comunidad apenas conformen sus familias y a ejercer como autoridades originarias en sus ayllus.
La justicia, la participación y el control social son ejercidos en diferentes instancias
Para la administración de la justicia, el Estatuto de la nación Uru Chipaya establece tres instancias como las responsables de la administración: una primera, ejercida en la comunidad por las mujeres y hombres, sabias y sabios, que se reúnen para solucionar el problema; una segunda instancia, ejercida en el ayllu y dirigido por los Rëph rët’alla (autoridades originarias) mayor y segunda; y una tercera, ejercida en todo el territorio de la nación indígena a través del Chawkh Parla, dirigida por el Qhastan Yoqztan qamñi zoñi como última instancia de participación.
Ezequiel Condori, jilakata del ayllu Manazaya, explica que la justicia se ha mantenido de la misma forma en la que la ejercían sus abuelas y abuelos. “Estamos manteniendo lo de nuestros ancestros y creemos que con la autonomía se va a reforzar. El jilakata es quien administra la justicia”, menciona Condori.
“Antiguamente los abuelos arreglaban de esa forma. Pero cuando hay una violación, por ejemplo, siempre el asunto lo despachamos a Oruro. En el caso de las peleas entre familias, se tiene la reconciliación, se busca que hablen quienes han peleado y nosotros hacemos un acta de sanción”, precisa Condori.
En el siguiente video, la mama t'alla Verónica Condori menciona cómo es la forma de administración de la justicia en los ayllus, instancia donde le ha correspondido ejercerla:
El jilakata explica que también existe una gradación para establecer una sanción por un determinado delito. “Si ha sido una pelea leve o grave, según eso cobramos una sanción. Después, si vuelven a pelear, el sujeto tiene que pagar por lo menos mil o dos mil bolivianos al afectado; pero se arregla el conflicto”.
La mama t'alla del ayllu Manazaya, Verónica Condori, en el siguiente video también explica las diferencias entre la nación Uru Chipaya y las naciones de urus muratos e iruhito.:
Para el caso de la participación y control social, el Estatuto también establece diferentes instancias para el ejercicio de este derecho: el primero conformado por las autoridades originarias que ejercen esta función a través del sistema creencias y prácticas religiosas; y un segundo nivel conformad por el Rëph rët’alla mayor y el Qhastan Yoqztan qamñi zoñi, de quienes su participación e intervención se realiza en el nivel de gestión pública del gobierno indígena.
La economía comunitaria, base de la organización económica en Chipaya
Sobre la organización económica productiva, la norma básica autonómica reconoce la adopción de la economía comunitaria que se ejerce a través de los turkis (trueque), phayna (trabajo comunal), muyacha (pastizal protegido) y el ayni.
Esta economía comunitaria busca complementar el interés individual con el colectivo, promover políticas de desarrollo agropecuario que incrementen el autoconsumo y promover la proyección del conocimiento de ingeniería hidráulica de la nación indígena, entre otros.
Sebastiana Mollo, comunaria del ayllu Aranzaya, explica que la producción agrícola en la nación indígena es solo para el consumo de los mismos pobladores. “Los terrenos son chiquititos y sembramos poquito. Mayormente sembramos quinua y cañahua”, grafica.
El Qhastan Yoqztan qamñi zoñi mä eph, Paulino Condori, también explica esta situación y la forma en la que se coordina en el ayllu para aprovechar este espacio territorial:
Para realizar los cultivos, los Uru Chipaya han desarrollado la técnica del lameo, consistente en el lavado y desalinización del terreno que será destinado a la agricultura.
“Para nosotros el agua es esencial, porque la manejamos para nuestros sembradíos. Nosotros no sembramos con guano, sino hacemos lamear. Desviamos el agua a otro lado y esta otra parte hacemos secar. Ahí sembramos y cosechamos. Luego esa agua cambiamos a otro lado y preparamos para el otro año, de esa forma manejamos el agua”, explica Santiago López, del ayllu Wistrullani.